¿Y si esta vez sí funciona?
El nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional no solo apunta a tapar agujeros financieros: propone transformar la economía argentina desde sus cimientos. Pero, claro, el «cómo» y el «cuándo» son las verdaderas preguntas. Porque entre promesas técnicas y medidas impopulares, el camino luce cuesta arriba.
Veamos, punto por punto, qué implica este plan y qué riesgos —y oportunidades— están en juego.
1. Disciplina, eficiencia y reformas profundas: ¿puede el Estado achicarse sin explotar?
Una de las bases del programa es lo que el FMI llama «medidas de disciplina y eficiencia», lo cual, en criollo, significa ajuste fiscal quirúrgico y reformas estructurales en tres frentes clave:
- Sistema tributario
- Coparticipación de ingresos fiscales
- Sistema previsional
Estas reformas no serán inmediatas, sino que se aplicarán en fases bien secuenciadas. ¿La meta? Reducir el peso del Estado, hacerlo más funcional y evitar el colapso del sistema de jubilaciones. ¿Lo lograrán sin tocar derechos adquiridos? Ahí está el dilema.
2. Deuda en pesos: menos riesgo, más previsibilidad (en teoría)
Otra parte crítica del plan es la estrategia de financiamiento local. El objetivo es simple en su planteo, aunque complejo en su ejecución: reducir el riesgo de refinanciación de la deuda en pesos.
¿Cómo?
- Alargando plazos.
- Reemplazando títulos indexados por inflación o dólar por instrumentos a tasa fija, en la medida en que baje la inflación.
Parece razonable, ¿pero habrá apetito inversor suficiente en un país aún con alta volatilidad? Esa es otra pregunta sin respuesta clara.
En el plano externo, se espera que la implementación firme del programa y la recomposición de reservas permitan reducir el riesgo país aún más, abriendo las puertas para un regreso a los mercados internacionales de deuda en 2026… con tasas “favorables y sostenibles”. Un “ojalá” implícito.
3. ¿Y el dólar? Un nuevo marco cambiario con flotación controlada
Uno de los puntos más sensibles es el régimen cambiario. El plan contempla un nuevo sistema en el que:
- El tipo de cambio flotará dentro de una banda amplia, para permitir una formación más libre del precio del dólar.
- El Banco Central podrá comprar divisas dentro de esa banda, en línea con las metas de acumulación de reservas.
- Se reemplazará el actual esquema de base monetaria amplia por un sistema más clásico de agregados monetarios, con límites estrictos sobre los activos domésticos netos del BCRA.
Además, las tasas de interés jugarán un rol más activo para contener la inflación, en coordinación estrecha con el Tesoro.
El largo plazo apunta a una economía bi-monetaria más ordenada, donde el peso y el dólar coexistan en un marco más predecible. ¿Será esta la antesala de una dolarización o simplemente una transición más flexible? El tiempo dirá.
4. Reestructurar el Estado: menos burocracia, más mercado
En el corazón del acuerdo también está la promesa de una economía más abierta, eficiente y competitiva. Para eso, el plan pone énfasis en:
- Flexibilizar mercados de bienes y trabajo.
- Reducir la huella del Estado, racionalizando funciones y estructuras.
- Impulsar grandes inversiones en sectores estratégicos (como energía y minería).
- Fortalecer la gobernanza, con mejoras en los procesos de compras públicas y alineación de los marcos anticorrupción con estándares internacionales.
Ahora bien, ¿se puede hacer todo esto sin generar desequilibrios sociales? El FMI lo reconoce: habrá efectos negativos a corto plazo, y por eso se piden medidas de contención para los sectores más afectados. Compartir la carga será clave.
5. ¿Qué se espera en términos de crecimiento e inflación?
Acá viene una de las partes más optimistas del programa. Según el FMI:
- El PIB crecería un 5,5% en 2025, impulsado por reformas pro-crecimiento y por el empuje de sectores como energía y minería.
- La inflación, que cerraría 2025 entre 18% y 23%, llegaría a un dígito en 2027 si se mantienen las políticas actuales.
- El déficit de cuenta corriente externa pasaría de un superávit del 1% del PBI a un pequeño déficit, producto de la recuperación de la demanda interna y condiciones internacionales menos favorables.
En resumen: se prevé una economía que se normaliza, se integra más al mundo y encuentra cierta estabilidad, si todo sale como se espera.
¿Y si no se cumple el plan?
Claro que todo esto tiene un enorme “si”: la implementación. Nada de esto funcionará sin una ejecución firme, sostenida y políticamente viable. Porque no basta con escribir buenas recetas en Washington; hay que cocinarlas en Buenos Aires… y sin incendiar la cocina.
Los riesgos son múltiples:
- Choque social ante las reformas más duras.
- Resistencia política a medidas impopulares.
- Volatilidad internacional que complique la entrada de dólares o eleve las tasas globales.
Conclusión: ¿realismo o wishful thinking?
Este nuevo acuerdo con el FMI tiene ambición, estructura y objetivos claros. Pero también requiere una precisión quirúrgica en su aplicación y un contexto político-social que, hasta ahora, nunca acompañó del todo este tipo de planes.
¿Será Milei el primer presidente que logre sostener un ajuste fiscal con crecimiento sostenido, inflación a la baja y reservas en alza?
¿O volveremos al ciclo de frustración, parches y más deuda?
El nuevo acuerdo y sus implicaciones
El reciente acuerdo de Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI) marca un momento crucial en la historia económica del país. Este pacto no solo se enfoca en tapar agujeros financieros, sino que también se propone una transformación integral de la economía nacional. Sin embargo, el gran desafío radica en cómo se implementarán estas reformas y la disciplina fiscal que se espera.
Reformas y disciplina fiscal: ¿una solución viable?
Las reformas propuestas por el FMI incluyen ajustes estructurales que buscan mejorar la eficiencia económica. Además, se plantea una apertura gradual al dólar, lo cual podría facilitar el comercio internacional y restaurar la confianza de los inversores. A pesar de este potencial, la implementación de medidas que puedan ser impopulares plantea un interrogante: ¿la sociedad argentina estará lista para aceptar estos cambios?
Riesgos y oportunidades en el horizonte
A medida que Argentina navega a través de este laberinto económico, los riesgos inherentes son evidentes. Las promesas técnicas a menudo chocan con la realidad de la vida diaria de los ciudadanos, lo que podría generar resistencias. Sin embargo, si las reformas se llevan a cabo de manera efectiva, esto podría abrir un camino hacia un futuro más estable y próspero. Las oportunidades están presentes, pero el camino será, sin duda, cuesta arriba. La clave estará en equilibrar la necesidad de medidas duras con el bienestar social.

Off Topic es un autor que aborda temas de libertad individual y acción ciudadana en la web Libertad en Acción. Sus escritos ofrecen una perspectiva reflexiva y crítica sobre diversos temas de actualidad, fomentando el debate y la conciencia social.