Introducción a la resolución 153/2025
En el contexto actual de la seguridad en Argentina, la resolución 153/2025 emitida por el Ministerio de Seguridad ha suscitado un intenso debate en torno a la aplicación de restricciones a la visita de internos considerados de alto riesgo. Esta normativa surge como parte de un conjunto más amplio de medidas destinadas a combatir la delincuencia organizada y a garantizar la seguridad tanto dentro como fuera de las instalaciones penitenciarias. Las autoridades argumentan que una de sus principales metas es desmantelar las estructuras criminales que operan desde la prisión, limitando las comunicaciones y el contacto con el exterior que estos internos pueden mantener.
La resolución introduce varias medidas significativas. Entre ellas se encuentra la restricción en el número y en la duración de las visitas, así como el aumento de controles de seguridad tanto en las visitas como en las comunicaciones telefónicas y electrónicas. La justificación promovida por el Ministerio se centra en crear un ambiente que minimice el riesgo de que los internos de alto riesgo coordinen actividades delictivas desde detrás de las rejas. Esta estrategia ha sido recibida con divisiones en la opinión pública y dentro de diferentes sectores de la sociedad, incluyendo organismos de derechos humanos, que consideran que tales restricciones podrían convertirse en un camino hacia prácticas autoritarias al restringir derechos fundamentales de los reclusos.
A medida que la resolución 153/2025 entra en vigor, es vital analizar no solo las implicaciones prácticas de estas restricciones, sino también la naturaleza de la respuesta del sistema penal ante un contexto de creciente violencia y complejidad del crimen organizado. Esta situación plantea preguntas críticas sobre el balance entre la necesidad de garantizar la seguridad pública y la protección de los derechos individuales, lo que abre un espacio propicio para la reflexión y el debate sobre el futuro de las políticas penitenciarias en Argentina.
El sistema integral de gestión para personas privadas de la libertad de alto riesgo
El sistema integral de gestión para personas privadas de la libertad de alto riesgo se presenta como una estrategia clave en la lucha contra el crimen organizado desde los recintos penitenciarios. Este modelo busca implementar medidas más estrictas y efectivas en el manejo de internos que han mostrado una significativa capacidad de amenazar la seguridad pública, tanto dentro como fuera de las prisiones. Fundamentado en principios de control y monitorización, el sistema establece restricciones en diversas áreas, incluida la comunicación de los internos con el exterior y las visitas familiares.
Las restricciones a la comunicación se justifican a partir de la necesidad de limitar la capacidad de los reclusos para coordinar actividades delictivas desde el interior. Al restringir el acceso a teléfonos móviles y otros dispositivos de comunicación, las autoridades buscan desarticular grupos organizados que operan desde las cárceles. Sin embargo, este enfoque ha suscitado un amplio debate sobre la ética y la efectividad de tales medidas. Las voces críticas argumentan que estas restricciones pueden conducir a un trato deshumano hacia los reclusos, afectando no solo su salud mental, sino también la dinámica familiar que es crucial para su rehabilitación.
Desde su implementación en 2024, el sistema ha arrojado resultados mixtos. Si bien se han reportado ciertos descensos en la actividad delictiva asociada a internos, también han emergido serias preocupaciones sobre el impacto en las relaciones familiares. Las nuevas limitaciones en las visitas han dejado a muchos reclusos aislados de sus seres queridos, lo que podría incrementar el potencial de recidiva una vez que estos individuos sean liberados. Esta situación plantea la pregunta sobre si las medidas adoptadas responden realmente a una necesidad legítima de seguridad o si constituyen un desliz hacia un enfoque autoritario en la gestión penitenciaria.
La argumentación del Ministerio y críticas de expertos
El Ministerio de Seguridad ha presentado una serie de justificaciones para implementar restricciones más severas en el tratamiento de internos de alto riesgo. Argumentan que la introducción de estas medidas busca disminuir la influencia de las organizaciones criminales desde el interior de las prisiones. Una de las evidencias que citan incluye la participación de familiares y abogados en la coordinación de actividades delictivas graves, lo que, según el Ministerio, ha comprometido la seguridad del sistema penitenciario y del público en general. Se plantea que, al restringir el contacto y las comunicaciones de estos internos, se reduce su capacidad de operar y ejecutar delitos desde dentro de las cárceles.
Sin embargo, este enfoque ha suscitado críticas sustanciales de expertos en criminología y derechos humanos. Muchos argumentan que las restricciones no abordan la raíz del problema, que radica en la falta de un control más profundo del sistema penitenciario. Conforme indican varios especialistas, los vínculos corruptos entre internos y el exterior son factores críticas que deben ser abordados para lograr una solución efectiva al crimen organizado. La implementación de controles más estrictos en la administración penitenciaria, así como auditorías independientes, se proponen como alternativas más efectivas en comparación con medidas que simplemente limitan derechos, ya que éstas pueden llevar a un aumento de la violencia y al descontento entre la población reclusa.
Además, es relevante mencionar que estas restricciones podrían generar un efecto contraproducente. La percepción de abuso de poder por parte de las autoridades puede exacerbar las tensiones existentes. Con ello, se corre el riesgo de que los internos se sientan más alienados y vulnerables, lo que podría intensificar la problemática del crimen organizado en lugar de desarticularla. Así, los especialistas insisten en que la solución debe ser holística y focalizada en reformas estructurales dentro del sistema carcelario, en lugar de ofrecer respuestas simplistas que recurren a la restricción y el control.
El riesgo de vulnerar derechos y la efectividad de las medidas
Las recientes restricciones implementadas por el Ministerio de Seguridad para los internos de alto riesgo han suscitado un intenso debate sobre el equilibrio entre la seguridad y los derechos humanos. La prohibición de visitas y el control estricto sobre las comunicaciones pueden, en principio, ser justificados como medidas necesarias para prevenir la delincuencia organizada dentro de las instituciones penitenciarias. Sin embargo, es crucial considerar las implicaciones que estas políticas tienen para los derechos de los internos y sus familias.
Las visitas familiares son un componente esencial en la vida de los internos, ya que permiten mantener un vínculo afectivo y emocional con el mundo exterior. Limitar el acceso a estas visitas puede no solo afectar el bienestar psicológico de los internos, sino también el de sus seres queridos. Se plantea así la preocupación de que tales restricciones puedan convertirse en castigos que impacten de manera negativa a personas que no tienen ningún vínculo directo con la actividad delictiva que se busca controlar. Este fenómeno podría dar lugar a la criminalización del entorno familiar, fomentando un ciclo de exclusión y estigmatización.
Adicionalmente, la ampliación de las facultades otorgadas al servicio penitenciario, que incluye intervenciones telefónicas y el monitoreo de visitas, plantea serias interrogantes sobre el potencial abuso de estas prerrogativas. La falta de supervisión y transparencia podría conducir a situaciones de vulneración de derechos, donde se justifiquen acciones que atenten contra la dignidad de los internos y sus familias bajo la premisa de seguridad. Es vital, por lo tanto, evaluar si estas medidas realmente contribuyen a la seguridad pública o si representan, simplemente, una reacción temporal a un fenómeno más complejo que requiere un enfoque más profundo y sostenible.

Off Topic es un autor que aborda temas de libertad individual y acción ciudadana en la web Libertad en Acción. Sus escritos ofrecen una perspectiva reflexiva y crítica sobre diversos temas de actualidad, fomentando el debate y la conciencia social.